Fiesta lujosa

Había una gran fiesta, o algo así les había dicho su jefe. Si fuese un poco menos como era, tal vez (y sólo tal vez) habría sentido vergüenza al estar en un sitio como aquel, ejerciendo un oficio como el suyo. Pero era así, y tal vez aquello suponía un beneficio.

Pues así era. Ellos se limitaban a hacer más que compañía a los allí presentes. Estaban pagados de antemano, así que debía cumplir su función aunque le rabiase. Cogió una copa y se arregló un instante su camisa, para pasar a mirar a sus alrededores lentamente.

Bajé al primer piso nuevamente sintiendo aún cierta molestia después de haber charlado con esa persona, resoplé con fastidio al constatar que había olvidado mi trago en la cabina, no volvería por él y aunque las ganas de salir de ese lugar eran grandes, las de tomar algo de alcohol para quitarme algo de tensión de encima ganaban por poco, por eso mismo fui directo a la barra, un par de tragos y saldría de allí.

Al llegar al lugar predestinado me senté en una de las largas sillas frente a ella y pedí con mi mejor sonrisa algo fuerte llevándomelo a los labios tan pronto lo tuve en frente, di un vistazo a mi alrededor sin poder evitar la costumbre mientras llevaba alguno de mis flequillos tras mi oreja, notando en poco tiempo a un chico casi a mi lado, parecía menor de edad sin embargo me abstuve de comentar nada, yo no era quien para dar charlas sobre educación, más creo que mi mirada llamó su atención…

Se encontraba tatareando una canción que no lograba atinar su procedencia, cuando notó una mirada sobre él. Con los labios formando un círculo perfecto debido a su tarareo, le miró de reojo, y posteriormente inclinó la cabeza para poder observarle mejor.

Se había sentado en una silla por agotamiento más que por otra cosa. De espaldas a la barra, y con ambas manos apoyadas sobre la silla recargándose en ellas. Así que, cuando se giró, giró también la silla con el fin de observar al hombre que había entrado.

Le sonrió con suavidad y diversión, sin atinar a decir algo con coherencia. Continuó tatareando aquella melodía, sin despegar la mirada de aquel joven.

Sonrío al pequeño y aparentemente simpático jovencito cuando este fija su vista en mi sin desviarla, mientras entonaba, o eso parecía, el ritmo de alguna canción, vocalizándola con sus labios, con a penas un gesto de mi mano le invito a acercarse, no me vendría mal compañía y un poco de charla y él parecía el tipo de persona que no la negaría aunque fuese a un extraño. Con una nueva sonrisa le ofrezco un trago, esperando a ver si aceptaría mi oferta.